jueves, 16 de junio de 2011

OTOLOGÍA Reseña Histórica DR. Alfredo PALLANTE

COMENTARIOS HISTÓRICOS DE LA OTOLOGÍA

La otología tiene 4000 años de historia, sin embargo durante este largo período, sólo se involucró profundamente en el estudio para mejorar la audición, sobre todo la de los niños, en los últimos 150 años.
Sus comienzos, se remontan al antiguo Egipto, donde existían dos tipos de médicos sacerdotes que se ocupaban de las enfermedades del oído, unos especializados en sordera y otros en oídos drenantes. Estos sacerdotes ocupaban altos cargos en las cortes reales y uno de ellos era designado Otologista Real.
El papiro de Ebers, de 1160 años AC detalla la medicación que por ley, debía prescribirse para cada patología audiológica.Muchas de estas prescripciones eran realmente repulsivas, pero permanecieron vigentes hasta el período de dominación griega de la medicina, que comenzó alrededor del siglo V AC.
Los griegos descartaron la idea de que la medicina sólo podía ser practicada por sacerdotes, y bajo Hipócrates se realizaron grandes cambios como la observación clínica, la disección anatómica entre otros,pero se seguía pensando que la descarga de un oído drenante era producida en el cerebro y que el oído solo actuaba como conducto.Esta creencia persistió hasta 1683 en que el francés Dubernay publica un libro sobre el oido en donde demuestra que la otorrea se produce en el oído medio.
En el año 50 AC la biblioteca medica de Alejandría fue destruida por un incendio durante una batalla entre Julio César y los Egipcios, así se perdió la mayor parte de la información médica que se había reunido hasta entonces.
Después de este desastre,no hubo grandes progresos en medicina por casi 30 siglos,hasta que aparecieron los grandes anatomistas italianos como Versalio.Fallopio y Eustaquio.
La historia del tratamiento del sordo a lo largo de los siglos ha sido tenebrosa. Por ejemplo el antiguo testamento dice “no maldecirás a los sordos”.Los Libros Hebreos de Thot dicen: “Los sordos no tienen derecho legal a adquirir propiedad, pero no pueden ser penalizados por injurias a otros”.
El emperador romano Justiniano (de donde deriva el termino justicia) sancionó una ley que decía: El sordo y mudo de nacimiento no tiene derechos ni obligaciones legales.Deben ser clasificados como dementes, no pueden contraer matrimonio, deben tener custodios para manejar sus asuntos.Los que sufren de sordera adquirida pueden manejar sus negocios siempre que puedan escribir”.
Se reconoce a Pedro Ponce de León,un monje benedictino español que vivió entre 1520 y 1584 como el primer maestro de la comunicación de los niños sordomudos creando una escuela para ellos.Les enseñaba primero escritura luego lectura, lectura labial y por último el habla.Mas tarde otro monje discípulo , llamado Bonet describe el uso de un alfabeto manual y el lenguaje de signos.De este modo la educación de los sordos se dividió en dos escuelas, una que enseñaban la lectura labial y el habla y otra que enseñaba el lenguaje de los signos.
Recién en el 1900 se crearon en Suiza y EEUU laboratorios del hueso temporal donde se estudiaban la fisiopatología de la sordera como así tratamientos médicos y quirúrgicos para mejorar la audición y se consolidó el vínculo entre el maestro y el otólogo sin embargo hasta la segunda guerra mundial, en EEUU un tercio de los estados mantenían instituciones destinadas “para sordos e insanos”.
Uno de los avances mas recientes,tuvo lugar en la década de los ochenta, en Nebraska, cuando se creó el Instituto Nacional para el Estudio de los Desordenes de la Comunicación en los Niños, donde se comienza a trabajar en forma interdisciplinaria entre otólogos,maestros,audiólogos,neurólogos,fisiólogos,genetistas,patólogos,psicologos y físicos.
Es asi que siguiendo esta línea de trabajo mancomunado entre las distintas disciplinas para el abordaje de las discapacidades auditivas y considerando que un niño sordo ha sido herido en la raíz misma de su condición humana, desarrollaremos a partir del 18 de julio de 2011 La XXIII Semana Nacional de Lucha Contra la Sordera.
Dr. Alfredo Pallante

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